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THE SACRED THREAD

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Guru Nanak's Ceremony of Sacred Thread | Sri Guru Nanak Dev Ji ... Source:www.discoversikhism.com640 × 480
Ceremony of the Sacred Thread.


     Years passed and the Guru reached the age when according to the custom of his family, he was to be invested with the sacred thread, an important religious and caste ritual. The day fixed by the family priest, Harydal, as auspicious for the ceremony arrived. Elaborate preparations had been made for its performance. Family relations and friends from near and far had been invited and, as was the custom, a great feast had been arranged. Harydal was in great form. He had the courtyard floor replastered. On a raised platform he spread a woolen carpet, drew a circle around it, and then took his seat with all the implements of the ceremony around him.

He then asked Mehta Kalu to bring his son for whom a seat was provided facing the priest. Nanak took his seat, his eyes sparkling with amusement. There was something about his gentle face which attracted the eyes of all the guests.

Harydal began invoking the blessings of the stars by chanting in Sanskrit, then blessed the boy by reciting Vedic mantras and finally blessed the sacred thread itself. He was about to place it around Nanak's neck, when the boy stopped him.

"What is this cotton thread?" he asked. "Why is it worn? And what advantage does it give the wearer?"

"This thread is a symbol of high lineage and spiritual inheritance," replied Harydal.

"How is this thread made?" asked Nanak. "Who makes it? Doesn't it decay? How does it absorb spiritual power?"

Harydal was confused, but answered, "It is made out of pure cotton. A Brahmin makes it and endows it with the power of mantra. When it decays, it is replaced by a new one."

"Why, may I ask, are goats killed and feasts given?" asked the Guru.

"Your father and his guests are of a caste for which it is lawful to eat meat," replied the priest.

The Guru raised his large luminous eyes and said,

What strange ceremony is this?
The Brahmin spins a thread out of cotton
And twists it into shape.
When it decays, a new one takes its place.
If the thread had any virtue
It would not decay or break.
They kill goats without mercy
And prepare a feast
And guests clamor for more and more.

Having spoken, the Guru rose from his seat and, turning to the assembled guests, quietly said,

My elders, worthy of all respect,
Is it not strange
That he who performs the ceremony
And claims to foretell the future
Charges a fee for the performance?
He places no control on his senses
Nor protects his beard from the spit of greed.
He puts no restraint on his eyes or tongue,
On his hands and feet.
In all actions, he is unrestrained
And yet he puts a twisted thread
Round the neck of another.
See this strange phenomenon-
The man with a blind mind claims to be enlightened.

The Guru then turned toward Harydal, "I will not wear this thread. It is no more sacred than the cotton from which it is made."

All the guests were shocked. They all tried to persuade him to change his mind but he refused to yield.

The priest in utter despair, then asked, "What kind of sacred thread would you wear?"

Out of the cotton of compassion
Spin the thread of contentment.
Tie knots of continence, give it the twist of truth.
Make such a sacred thread for the mind,
Such a thread once worn will never break
Nor get soiled, burnt or lost.
The Man who wears such a thread
Is blessed.
You buy a thread for pennies
And seated in a plastered square
Put it round the neck of others.
Claiming an inheritance of holiness
Your thread helps neither here nor hereafter
The wearer dies and leaves it behind.

The audience was hushed into silence by the truth of what Nanak had said. They felt that the regalia of sanctity without inner conviction was like dressing a thief in the clothes of holiness. They were overpowered by the wisdom and presence of the young Guru.

His father, however, under the spell of conventional religion, was deeply disappointed at his son's behavior in refusing to put on the sacred thread.

EL CORDÓN SAGRADO

Pasaron los años y el Guru alcanzó la edad en que de acuerdo a la costumbre de su familia, se le iba a investir con el cordón sagrado, un ritual importante de su religión y de su casta. Llegó el día fijado por el sacerdote de la familia, Harydal, como auspicioso para la ceremonia. Se habían hecho preparaciones elaboradas para el evento. Parientes y amigos cercanos y lejanos habían sido invitados y, como era la costumbre, se había preparado un gran festín. Harydal estaba en buenísima forma. Había hecho que se volviera a pavimentar el patio. En una plataforma elevada había extendido una alfombra de lana, dibujado un círculo a su alrededor y luego se sentó con todos los implementos de la ceremonia a su alrededor.

Luego pidió a Mehta Kalu que trajera a su hijo, para quien se había preparado un asiento enfrente del sacerdote. Nanak se sentó, sus ojos chispeaban divertidos. Había algo en su rostro gentil que atraía la mirada de todos los huéspedes.

Harydal, cantando en sánscrito, empezó a invocar las bendiciones de los astros, luego bendijo al muchacho recitando mantras védicas y finalmente bendijo el cordón sagrado. Ya estaba a punto de colocarlo alrededor del cuello de Nanak, cuando el muchacho lo paró.

"¿Qué es este cordón de algodón?" preguntó. "¿Por qué se usa? ¿Y qué ventaja le da al que lo usa?" "Este cordón es el símbolo de alto linaje y herencia espiritual," replicó Harydal.

"¿Cómo se fabrica este cordón?" preguntó Nanak. "¿Quién lo fabrica? ¿No se destruye? ¿Cómo es que absorbe el poder espiritual?"

Harydal estaba confundido, pero respondió, "Está hecho de algodón puro. Un brahmán lo hace y lo dota con el poder del mantra. Cuando se destruye, se lo reemplaza por otro nuevo."

"¿Por qué, si puedo preguntar, se mataron cabras y se dan festines?" preguntó el Guru.

"Tu padre y sus huéspedes son de la casta que tiene permitido comer carne," replicó el sacerdote.

El Guru levantó sus grandes ojos luminosos y dijo:

¿Qué extraña ceremonia es ésta?
El brahmán hila una hebra de algodón
Y lo retuerce para darle forma.
Cuando se destruye, otro toma su lugar.
Si el cordón tiene alguna virtud
No se destruirá ni romperá.
Matan cabras sin misericordia
Y preparan un festín
Y los huéspedes claman por más y más.

Habiendo hablado así, el Guru se levantó de su asiento y, volviéndose hacia los huéspedes reunidos, dulcemente les dijo:

Mis mayores, merecedores de todo respeto,

¿No es extraño que el que realiza la ceremonia y pretende predecir el futuro cobre un honorario por la ceremonia?

No tiene control de sus sentidos ni protege su barba del escupitajo de la codicia.
No pone frenos a sus ojos, ni a su lengua, ni a sus manos y ni a sus pies.
En todas sus acciones no tiene freno,
y aún así pone un cordón retorcido
alrededor del cuello de otro.
Vean este extraño fenómeno:
el hombre con mente ciega proclama estar iluminado.

El Guru luego se volvió hacia Harydal, "No usaré este cordón. No es más sagrado que el algodón del que fuera fabricado."

Todos los huéspedes quedaron escandalizados. Todos trataron de persuadirle para que cambiara de opinión, pero él se negó a someterse.

El sacerdote en total estado de desesperación, preguntó entonces, "¿Qué clase de cordón sagrado querrías usar?"

Del algodón de la compasión
hila la hebra del contentamiento.
Ata nudos de continencia y dale la retorcida de la verdad.
Haz tal cordón sagrado para la mente.
Tal cordón una vez usado nunca se romperá,
ni se ensuciará, ni se quemará, ni se perderá.
El Hombre que use tal cordón
será bendito.
Tú compras un cordón por centavos,
y sentado en una plaza pavimentada
lo pones alrededor del cuello de otros,
proclamando una herencia de santidad.
Tu cordón no ayuda aquí ni en el más allá.
El que lo usa muere y lo deja atrás.

La audiencia estaba sumida en silencio por la verdad de lo que Nanak había dicho. Sintieron que las insignias de santidad sin convicción interna era como vestir a un ladrón con vestiduras de santidad. Se sintieron subyugados por la sabiduría y la presencia del joven Guru.

Su padre, sin embargo, bajo el hechizo de la religión convencional, se desilusionó profundamente por la conducta de su hijo al negarse a ponerse el cordón sagrado.

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